CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 31 octubre 2007 (ZENIT.org).- Millones de personas de todo el mundo rezan el rosario de manera permanente, es decir, se pasan el testigo las veinticuatro horas del día.
Al concluir el mes del Rosario, Zenit ha entrevistado al sacerdote dominico Mauro Persici op, promotor del Movimiento Dominico del Rosario
Este movimiento «de comunión espiritual de oración» quiere ser una escuela del rosario en la meditación del «evangelio según María».
--¿Qué es el Movimiento Dominico del Rosario y cuáles son los fines que se propone?
--Mauro Persici: Hablando del rosario, la exhortación de Pablo VI «Marialis Cultus» recuerda que «los hijos de santo Domingo, por tradición, son custodios y propagadores de tan saludable devoción». Para ser fieles a esta preciosa herencia ‘familiar’, los dominicos de todos los tiempos se empeñaron siempre a todos los niveles, involucrando a numerosos fieles en el descubrimiento del ‘secreto’ del rosario. Normalmente, estos forman la ‘familia del rosario’. La comunión espiritual permite compartir el gran tesoro acumulado por las oraciones de todos aquellos que la forman.
Para poder ‘legalizar’ esta comunión espiritual en los siglos, los dominicos obtuvieron de la Iglesia el privilegio de poder crear asociaciones para unir a los fieles, según un camino que, pedagógicamente, acoge su disponibilidad. Surge así la asociación del ‘rosario viviente’, fundada por una laica dominica francesa, Pauline Jaricot, en 1826, y aprobada por Gregorio XVI, el 27 de enero de 1832, a la que se unen todos los que se comprometen a meditar diariamente un misterio del rosario.
La «fraternidad del rosario», fundada por un padre dominico, el beato Alano de la Roche op, en 1470, y aprobada por Sixto IV, el 12 de mayo de 1479, en la que se unen todos aquellos que se empeñan en meditar un rosario entero durante la semana (o cinco misterios todos los días).
La asociación del «rosario perpetuo», fundada por el padre Timoteo Ricci op, en 1630, y aprobada por Alejandro VII, en 1656, a la que se unen quienes, perteneciendo ya a la ‘fraternidad del rosario’, quieren velar una hora en oración con María en un día y en un horario prefijado del mes.
Junto a muchísimas otras personas, que aún no perteneciendo comparten el espíritu, estas asociaciones forman la llamada ‘familia del rosario’, o Movimiento Dominico del Rosario.
Tratando de describir el movimiento, pienso que he subrayado también lo que se propone. Los fieles a menudo manifiestan el deseo de ser acompañados para crecer en la «escuela del rosario».
El movimiento asegura su asistencia material y espiritual con visitas, predicaciones, momentos de meditación y oración, materiales, formación, encuentros y congresos. «Escuela del rosario», en la que crecer para contemplar a Cristo con María, recordar a Cristo con María, aprender a Cristo con María, conformarse con Cristo con María, suplicar a Cristo con María y anunciar a Cristo con María.
--En un mundo cada vez más secularizado, ¿cómo se desarrolla la red de personas que rezan el rosario? ¿Cómo es posible que después de casi ocho siglos esta práctica no haya nunca desaparecido entre los fieles de la Iglesia? ¿Cuál es el significado de la oración del rosario hoy?
--Mauro Persici: Es verdad que según el momento cambian situaciones, medios y oportunidades pero lo que no cambia es el modo de transmitir la fe y, por tanto, tampoco de la devoción mariana y del rosario.
Ya sea visitando un sitio internet, en el ambiente familiar, la lectura de un libro o el testimonio de un amigo, o un momento ‘fuerte’ en la vida, o la visita de un lugar, algo impresiona, se abre camino y... ¡contagia!
Ya sea que parta de una costumbre o una curiosidad, de la escucha o la lectura, de un interés o una necesidad, se dibuja una presencia nunca notada, o se descubre la dulzura de un compañero de viaje al cual recurrir... tomando el rosario y desgranándolo entre los dedos, pensando.
Si luego se tiene la oportunidad de no detenerse, inevitablemente se dan pasos que llevan a encontrarse con otras personas que están viviendo la misma experiencia. ¡Cuántos grupos del rosario surgen naturalmente sólo de la buena voluntad! Preferimos prestar atención a estos grupos en estado «silvestre», para ayudarles a salir de la dimensión puramente devocional, proponiéndoles asistir a la escuela perpetua del rosario en la meditación del «evangelio según María».
Me pregunta por qué no ha desaparecido el rosario, ¿qué es lo que lo hace tan sólido? Ya he aludido antes al ‘secreto’ del rosario. Sí, porque podemos hablar de un secreto. Como subraya la «Rosarium Virginis Mariae», para la Iglesia, también al alba del III Milenio, meditar el rosario no se reduce sólo a unir padresnuestros y avemarías.
Por el contrario, desvela y nos introduce en un mundo: el de una viva fe que --frente al misterio, se interroga y se confía alegre en los brazos de la Virgen Santa, gustando la alegría de un verdadero encuentro con Jesús--, se concrete en un serio compromiso.
En otras palabras, el rosario ejemplifica, hace inteligible y ‘encarna’, compendiándola admirablemente, la actitud del fiel que, frente al hecho evangélico se deja interpelar para que, pidiendo libremente, reciba la potencia transformadora.
Todo esto se expresa bien cuando decimos que el rosario es como el «cordón umbilical» que, dentro de la Iglesia, nos une a la Virgen Santa, permitiéndonos, casi sin darnos cuenta, renacer como auténticos cristianos.
Dicho esto, para comprender el significado actual, creo que sea más que exhaustivo leer lo que, con la carta apostólica «Rosarium Virginis Mariae», el magisterio nos ha dicho al alba del tercer milenio.
--También en el mundo católico la devoción mariana se considera por algunos como una forma primitiva y popular de fe. ¿Cómo responder a estas críticas?
-- Mauro Persici: Creo que, en el mundo católico, una cierta desconfianza hacia la devoción mariana se deba a comportamientos ‘devocionistas’ que tienen muy poco que ver con la verdadera devoción mariana.
Comportamientos que merecerían un gran discernimiento aunque sólo sea para purificarlos Salvando lo que tienen de valioso, es más que necesaria una seria formación para que pueda madurar una verdadera espiritualidad mariana que sola podría reconciliar a todos sin ningún temor.
Y justo esta tarea es la que a menudo anima nuestro esfuerzo, aunque los resultados a veces dejen mucho que desear. Es más cómodo limitarse a manifestaciones devocionales que comprometerse en un serio camino con objeto de madurar una espiritualidad que sigue siendo siempre exigente. Para comprender todo esto, sería suficiente meditar el «Tratado de la verdadera devoción a María», así como los documentos del magisterio al respecto, y el primero la «Marialis cultus».
Por lo que si, por una parte, podría concordar con algunas objeciones respecto al modo como a menudo se vive la devoción mariana, por otra sin embargo no me contento con criticar sólo sino que me empeño más para que los fieles descubran y se pongan a la escucha de la tradición y del magisterio.
--¿Cuáles son las iniciativas que el movimiento que usted dirige ha querido desarrollar durante el mes mariano de octubre?
-- Mauro Persici: Las iniciativas que normalmente propongo para el mes de octubre se concretan antes. En las diversas zonas en las que actúo, ya en el mes de septiembre, se celebran jornadas en las que se convocan los «encuentros del rosario». Momentos en los que con la meditación, el compartir y la oración, invito a todos los fieles, pero de modo más apremiante a los que pertenecen al movimiento para que el siguiente mes de octubre cada uno pueda ser en su realidad una presencia significativa.
A los encuentros, normalmente siguen en el mes de octubre toda una serie de reuniones locales que, celebradas ya otras veces en el año, en este caso tratan de transmitir in situ lo que ha sido madurado comunitariamente en los encuentros.
Querría en cambio subrayar la iniciativa propuesta para el Jubileo y que todavía no se ha agotado: la «Peregrinatio Mariae». Al preparar el Jubileo, en muchas diócesis y parroquias se propusieron «Peregrinatio» que sin embargo me di cuenta que acababan siempre en las iglesias, a donde naturalmente eran invitados los fieles. Pero noté, más allá de cualquier caso esporádico, y por tiempos muy limitados, que todo se acababa allí.
Es decir, nunca se iba a las viviendas en las que, en cambio, faltando generalmente el clima de oración, había mayor necesidad. Entonces propuse a las parroquias una «Peregrinatio Mariae» en la que, tras una preparación más o menos articulada en la iglesia, la imagen de la Virgen del Rosario pasara luego una semana con las familias que desearan acogerla.
Concretamente, el domingo, al final de una de las misas, el párroco entrega públicamente la imagen a una familia que, custodiándola en casa por una semana, se compromete a encontrar cada día un momento en el que reunirse en oración.
En estos momentos de oración, se invita a privilegiar la meditación del santo rosario. Todavía hoy, recibimos los testimonios de las familias que redescubren lo más valioso que habían perdido: la comunión, la alegría y la confianza que emana de una oración compartida.
Entre otras cosas, ahora, estamos también empeñados en nuestro sitio Internet, visitado en estos años por miles de personas. El paso de los años ha hecho necesaria una seria renovación para poder prestar un buen servicio asequible y exhaustivo.