Chuy y Myriam son un matrimonio, que junto con sus hijos sirven a Dios a través de la música, escucharlos es un verdadero regalo de Dios.
Esta canción me gusta mucho y esta versión es una adaptación que realizó Chuy especialmente para los niños con enfermedades terminales, y para todos aquellos que se sienten tristes y sin esperanza. Dios está al final de este camino esperándonos con los brazos abiertos, confía y espera.
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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 12 abril 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI dedicó el mensaje de Pascua que pronunció desde el balcón de la Basílica de San Pedro del Vaticano a mostrar cómo la resurrección de Jesús no es una teoría o un mito, sino el hecho más significativo de la historia.
Ante los doscientos mil fieles que llenaban la plaza de San Pedro y calles adyacentes, el Papa consideró, por este motivo, que el anuncio de la Pascua despeja las zonas oscuras del "materialismo" y del "nihilismo", que parecen extenderse en las sociedades modernas.
En una mañana de cielo cubierto, el Santo Padre recogió "una de las preguntas que más angustian la existencia del hombre": "¿qué hay después de la muerte?".
La celebración de la Pascua, respondió, "nos permite responder a este enigma afirmando que la muerte no tiene la última palabra, porque al final es la Vida la que triunfa".
La resurrección de Jesús, aseguró, "no es una teoría, sino una realidad histórica revelada por el Hombre Jesucristo mediante su "pascua", su "paso", que ha abierto una "nueva vía" entre la tierra y el Cielo".
"No es un mito ni un sueño, no es una visión ni una utopía, no es una fábula, sino un acontecimiento único e irrepetible: Jesús de Nazaret, hijo de María, que en el crepúsculo del Viernes fue bajado de la cruz y sepultado, ha salido vencedor de la tumba", subrayó.
El obispo de Roma explicó que "el anuncio de la resurrección del Señor ilumina las zonas oscuras del mundo en que vivimos", refiriéndose en particular "al materialismo y al nihilismo, a esa visión del mundo que no logra transcender lo que es constatable experimentalmente, y se abate desconsolada en un sentimiento de la nada, que sería la meta definitiva de la existencia humana".
En efecto, aseguró, "si Cristo no hubiera resucitado, el 'vacío' acabaría ganando. Si quitamos a Cristo y su resurrección, no hay salida para el hombre, y toda su esperanza sería ilusoria".
Con la resurrección de Cristo, subrayó, "ya no es la nada la que envuelve todo, sino la presencia amorosa de Dios".
Ahora bien, siguió diciendo, si bien es verdad que la muerte ya no tiene poder sobre el hombre y el mundo, sin embargo "quedan todavía muchos, demasiados signos de su antiguo dominio".
Por este motivo, recalcó el Papa, Cristo "necesita no obstante hombres y mujeres que lo ayuden siempre y en todo lugar a afianzar su victoria con sus mismas armas: las armas de la justicia y de la verdad, de la misericordia, del perdón y del amor".