miércoles, 30 de abril de 2008

Una entrevista exclusiva para usted - Publicado en Zenit

Información cortesía de Zenit.org



Queridos lectores:

Benedicto XVI acaba de bendecir Estados Unidos, hace unas semanas, visitando dos de sus ciudades más importantes: Washington y Nueva York.

Para cubrir el evento para ustedes, nuestros lectores, enviamos a nuestra corresponsal en Roma, Carrie Gress, que hizo una completa cobertura sobre el terreno del acontecimiento desde la llega del Papa hasta su partida.

Como siempre hay una historia detrás de la historia, hemos entrevistado a Gress sobre la experiencia de estar tan cerca del Santo Padre durante su viaje papal, y le hemos pedido que nos ofrezca la primicia del impacto del Pontífice en Estados Unidos.

Compartimos a continuación sus respuestas con ustedes en esta entrevista que publicamos exclusivamente como parte de la campaña de donativos.

--¿Usted ha sido los ojos de medio millón de lectores de Zenit, durante el viaje de Benedicto XVI a Estados Unidos. ¿Qué ha sido lo más notable que vió?

--Gress: Los preparativos de la llegada del Santo Padre incluyeron toda suerte de especulaciones sobre de qué hablaría el Papa, incluyendo la crisis de los abusos. No estoy segura de que mucha gente hubiera podido predecir lo explosiva que todavía es la situación tras permanecer bajo la superficie desde 2002 y 2003, pero era claramente una herida para la Iglesia en Estados Unidos. El día antes de su llegada, caminé hacia la Casa Blanca y había una gran multitud enfadada protestando contra el celibato como causa de la crisis.

Lo que fue notable fue cómo el Santo Padre respondió a esto –no eludiendo el tema--, sino afrontándolo desde el principio del viaje a Estados Unidos. Su entrevista con algunas de las víctimas fue también un gesto sorprendente que es de esperar haga mucho por la curación de la herida. A través de su respuesta tan paternal, el tema pasó de ser causa de profundo rencor a algo que parecía disolverse en la cobertura de prensa.

En el Nationals Stadium, el Santo Padre pidió a los fieles "amar a su sacerdotes". Esto pareció ser otra fuente de profunda curación para el clero, pero fue también una llamada de responsabilidad a los laicos. El precioso don del sacerdocio no es para ser tomado como algo dado, sino como un difícil camino de servicio y sacrificio. Un laico convencido de ello puede hacer mucho para ayudar a mantener a raya tales abusos.

--¿Cómo reaccionó a esto la gente de la calle y otros reporteros?

--Gress: Al principio de la visita, parecía haber alguna cautela por parte de los católicos y de la prensa sobre esta visita. La gente estaba preocupada sobre si sería o no un "real acontecimiento", dado su temperamento, tan diferente del del Papa Juan Pablo II. Algunas de las mayores cabeceras de noticias incluso no habían hecho un plan para cubrirlo.

Y justo el primer día en la Base de la Fuerza Aérea Andrews, cuando llegó el Papa, estaba claro que algo estaba sucediendo. La gente realmente deseaba ver a este hombre, conocer a este hombre, y estar cerca de él.

En el Nationals Stadium, yo estaba impresionada por el número de jóvenes y familias jóvenes. Me encontré a una familia que había viajado desde Idaho con cinco hijos justo para asistir a la Misa a la asistieron 46.000 personas. Ciertamente no fue una audiencia privada, pero se podía ver cómo la gente estaba feliz de estar allí, participar en el evento. Había una emoción sentida por casi todos los implicados. Incluso la prensa parecía haber sido alcanzada por ella. No pasa todos los días que dos veteranos periodistas se queden estupefactos en silencio. Wolf Biltzer de la CNN y Tim Russert de la NBC tuvieron ambos una audiencia semiprivada con el Santo Padre. "Debo decir, no lo digo a menudo, que verdaderamente me sentí bendecido por haber tenido esta oportunidad de hacer lo que hice", dijo Blitzer en la CNN.

"Saben ustedes, no le hice ninguna pregunta y escuché cuidadosamente, y Tim Russert, si lo pueden creer, fue incluso más educado y estaba más estupefacto y silencioso de lo que yo lo estaba", dijo Blitzer, y añadió: "Pienso que lo que hicimos los dos no afecta a nuestra profesión, a nuestro servicio de noticias. Nos limitamos a estar allí atentos a los que se nos decía".

Es difícil pensar en respuestas más notables.

--¿Cuál fue su experiencia general estando tan cerca del Santo Padre? ¿Cuál fue en la que logró estar más cerca de él?

--Gress: Una cosa que no fue fácil de captar en TV o en fotos fue la cantidad de seguridad en los eventos. No era raro tener que esperar seis horas. A pesar de ello, no hubo muchas quejas. La seguridad, lamentablemente, también refrenó el número de personas que deseaban aunque fuera ver de pasada al Santo Padre. A pesar de ello, la excitación que la gente tenía por verle y los sacrificios que hizo por lograrlo fueron sencillamente contagiosos.

Lo más cerca que estuve fue a unos seis metros de él en el Santuario Nacional de la Basílica de la Inmaculada Concepción. La estricta seguridad y la división en zonas hizo difícil lograr estar más cerca. Otras veces, estuve cerca de los lugares del fondo en áreas de prensa establecidas, o incluso fuera en un evento, la Misa para el clero en la catedral de San Patricio.

El viaje ha incrementado mi propio aprecio del hecho de vivir en Roma y las oportunidades que tengo de ver al Santo Padre. Viendo las distancias que la gente ha recorrido, incluso para verlo de pasada en el papamóvil, es un gran recordatorio del privilegio que es vivir cerca del Vaticano.

--¿Piensa que el viaje del Pontífice a Estados Unidos ha sido un éxito?

--Gress: Si el éxito se puede medir por cómo uno ofrece Cristo a los otros, pienso que fue un enorme éxito. Con el Papa Juan Pablo II, la gente acudía hacia él debido a su personalidad, exuberancia, encanto y carisma. Incluso en sus últimos días, había todavía especulaciones de si lo que atraía a tanta gente joven era estar cerca de una celebridad.

Pero con el Papa Benedicto el resplandor de la celebridad no estaba allí y sin embargo él atrajo a la gente con el mismo magnetismo, un magnetismo que sólo puede ser atribuído a Cristo. Desde el Presidente hasta los escolares, todos parecían haber sido capturados por este testigo de esperanza.

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Nieves San Martin
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