.- Una niña de 12 años de edad conmovió al fundador y miembros de la organización Priests for Life al enviarles un sincero agradecimiento en video por ayudar a su madre y evitar que la abortara en 1995.
La niña se llama Guadalupe Lovera y actualmente vive en Ponciana (Estados Unidos), asegura llevar una buena vida y está convencida que el apoyo ofrecido a su madre salvó su propia vida.
El 12 de noviembre de 1994, Helene ingresó a una clínica de Orlando, Florida, dispuesta a abortar a su tercer bebé de solo dos meses de concebido, debido a la presión de su novio que no lo quería.
Camino al abortuario, un grupo de manifestantes pro-vida se acercó a Helene para ofrecerle ayuda pero no se convenció. La mujer narra que cuando estaba en la sala de espera, “sentí que tenía que mirar por la ventana. Pensé en la oferta de ayuda que me ofrecían los pro-vida. También vi al sacerdote parado afuera y me puse a pensar. Finalmente me pregunté: ¿Qué estoy haciendo acá? ¡Tengo que irme! Salí, fui adonde estaban los pro-vida y acepté su ofrecimiento de ayuda. ¡Lamenté tan solo el hecho de haber entrado!”
El 6 de agosto del año siguiente, el fundador y presidente de Priests for Life, P. Frank Pavone, bautizó a la pequeña Guadalupe durante una Misa dominical con la iglesia repleta.
“Quería decirles simplemente gracias por todo lo que han hecho por mí. Gracias a que el P. Frank y Priests for Life vinieron a Florida pudieron salvar la vida de mi madre y la mía. Me siento muy contenta de que estuvieran allí, porque si no hubieran estado allí probablemente hubiera sido abortada”, asegura Guadalupe en su carta.
“Ahora estoy en Ponciana viviendo bien y quería decirles: ¡Gracias! Y por eso quería agregar que necesitamos más sacerdotes frente a cada clínica y en televisión. También necesitamos más sacerdotes en acción, listos para salvar bebés en los abortuarios. Levantándose para hacer algo por estas mujeres que no quieren hacerlo pero piensan hacerlo. Hay millones de bebés que mueren abortados. ¡Tenemos que hacer algo con respecto al aborto!”, concluye Guadalupe.