sábado, 25 de agosto de 2007

Predicador del Papa: ¿Son muchos o pocos los que se salvan?

Comentario del padre Cantalamessa a la liturgia del próximo domingo


ROMA, viernes, 24 agosto 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del próximo domingo, XXI del tiempo ordinario.

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XXI Domingo del tiempo ordinario
Isaías 66, 18-21; Hebreos 12, 5-7.11-13; Lucas 13, 22-30

Entrar por la puerta estrecha

Existe un interrogante que siempre ha agobiado a los creyentes: ¿son muchos o pocos los que se salvan? En ciertas épocas, este problema se hizo tan agudo que sumergió a algunas personas en una angustia terrible. El Evangelio de este domingo nos informa de que un día se planteó a Jesús este problema: «Mientras caminaba hacia Jerusalén, uno le dijo: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?"». La pregunta, como se ve, trata sobre el número, sobre cuántos se salvan: ¿muchos o pocos? Jesús, en su respuesta, traslada el centro de atención de cuántos se salvan a cómo salvarse, esto es, entrando «por la puerta estrecha».

Es la misma actitud que observamos respecto al retorno final de Cristo. Los discípulos preguntan cuándo sucederá el regreso del Hijo del hombre, y Jesús responde indicando cómo prepararse para esa venida, qué hacer en la espera (Mt 24, 3-4). Esta forma de actuar de Jesús no es extraña o descortés. Sencillamente es la manera de obrar de alguien que quiere educar a sus discípulos para que pasen del plano de la curiosidad al de la verdadera sabiduría; de las cuestiones ociosas que apasionan a la gente a los verdaderos problemas que importan en la vida.

En este punto ya podemos entender lo absurdo de aquellos que, como los Testigos de Jehová, creen saber hasta el número preciso de los salvados: ciento cuarenta y cuatro mil. Este número, que recurre en el Apocalipsis, tiene un valor puramente simbólico (12 al cuadrado, el número de las tribus de Israel, multiplicado por mil) y se explica inmediatamente con la expresión que le sigue: «una muchedumbre inmensa que nadie podría contar» (Ap 7, 4.9).

Además, si ese fuera de verdad el número de los salvados, entonces ya podemos cerrar la tienda, nosotros y ellos. En la puerta del paraíso debe estar colgado, desde hace tiempo, como en la entrada de los aparcamientos, el cartel de «Completo».

Por lo tanto, si a Jesús no le interesa tanto revelarnos el número de los salvados como el modo de salvarse, veamos qué nos dice al respecto. Dos cosas sustancialmente: una negativa, una positiva; primero, lo que no es necesario, después lo que sí lo es para salvarse. No es necesario, o en cualquier caso no basta, el hecho de pertenecer a un determinado pueblo, a una determinada raza, tradición o institución, aunque fuera el pueblo elegido del que proviene el Salvador. Lo que sitúa en el camino de la salvación no es un cierto título de propiedad («Hemos comido y bebido en tu presencia...»), sino una decisión personal seguida de una coherente conducta de vida. Esto está más claro aún en el texto de Mateo, que contrapone dos caminos y dos entradas, una estrecha y otra ancha (Mateo 7, 13-14).

¿Por qué a estos dos caminos se les llama respectivamente el camino «ancho» y el «estrecho»? ¿Es tal vez el camino del mal siempre fácil y agradable de recorrer y el camino del bien siempre duro y fatigoso? Aquí hay que estar atentos para no caer en la frecuente tentación de creer que todo les va magníficamente bien, aquí abajo, a los malvados, y sin embargo todo les va siempre mal a los buenos. El camino de los impíos es ancho, sí, pero sólo al principio; a medida que se adentran en él, se hace estrecho y amargo. Y en todo caso es estrechísimo al final, porque se llega a un callejón sin salida. El disfrute que en este camino se experimenta tiene como característica que disminuye a medida que se prueba, hasta generar náusea y tristeza. Ello se ve en ciertos tipos de ebriedades, como la droga, el alcohol, el sexo. Se necesita una dosis o un estímulo cada vez mayor para lograr un placer de la misma intensidad. Hasta que el organismo ya no responde y llega la ruina, frecuentemente también física. El camino de los justos en cambio es estrecho al comienzo, cuando se emprende, pero después se transforma en una vía espaciosa, porque en ella se encuentra esperanza, alegría y paz en el corazón.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]

La Iglesia en México se vuelca en ayuda a Perú a pesar del huracán

MÉXICO, viernes, 24 agosto 2007 (ZENIT.org-El Observador).- La Iglesia católica en México se ha volcado en ayuda a los damnificados del terremoto que tuvo lugar el pasado 15 de agosto en Perú, mientras se apresta a atender las demandas de miles de personas que han quedado sin casa o sin fuentes de trabajo tras el paso en México del huracán «Dean».

De éste último, la fase de evaluación apenas comienza, puesto que abandonó el territorio nacional apenas el día de ayer por la noche, aunque hay indicios de que la acción de ayuda se concentrará en Veracruz, Hidalgo y Puebla, mientras se desarrolla la logística de prevención y acción efectiva en la península de Yucatán, con la asistencia del ejército mexicano.

Por lo que respecta a Perú, las afectaciones del terremoto, sobre todo en el departamento de Ica y en la provincia de Pisco, las cifras oficiales hablan ya de medio millar de muertos, más de mil heridos graves y un gran total de 80 mil damnificados, con cerca de 16 mil viviendas destruidas por el seísmo de 7.9 grados en la escala de Richter y una duración de dos minutos.

«Ante estos lamentables hechos no podemos quedar inmutables», ha escrito en una carta dirigida a toda la Iglesia mexicana el obispo de Texcoco y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), monseñor Carlos Aguiar Retes. El purpurado mexicano ha dicho que «la caridad de Cristo nos urge a actuar en favor de estos hermanos y hermanas nuestros».

«Como en otras ocasiones similares hago un llamado a las Iglesias Particulares de nuestra Nación a promover las acciones necesarias para manifestar de manera concreta nuestra solidaridad. Les invito a orar incesantemente al Señor, para que mueva los corazones y allí donde ahora todo es desconcierto, llanto y desesperación, se deje sentir su misericordia», ha escrito monseñor Aguiar Retes.

Al final de su misiva, el presidente de la CEM señala que la mejor forma de ayudar materialmente, de acuerdo con la solicitud de la Iglesia peruana, será enviando aportaciones económicas. Lo destinado a este fin puede depositarse en la cuenta de Emergencias de Caritas Mexicana a nombre de Cáritas Mexicana I. A. P., Banamex, cuenta número 100, sucursal 746.

domingo, 19 de agosto de 2007

Decisivo papel de Cáritas Perú en la ayuda a los damnificados

Decisivo papel de Cáritas Perú en la ayuda a los damnificados
Comienza a preparar la fase de reconstrucción

LIMA, domingo, 19 agosto 2007 (ZENIT.org).- Cáritas Perú está desempeñando un papel decisivo en la ayuda a los damnificados del terremoto del pasado 15 de agosto y ya está analizando la fase de reconstrucción.

La institución de ayuda de la Iglesia ha enviado 120,1 toneladas de ayuda humanitaria a las ciudades de Cañete, Chincha, Pisco e Ica, que se encuentran en la zona afectada por el seísmo, según explica en un comunicado enviado este domingo a Zenit.

«Mientras otros equipos de emergencia de la institución evalúan ya las necesidades de rehabilitación y reconstrucción, tareas éstas que comenzarán cuando se dé por finalizada la etapa de la primera emergencia, cuya duración no se puede determinar todavía», explica la nota.

Para desplazar la carga humanitaria a las zonas afectadas Cáritas Perú cuenta con un avión con capacidad para 10 toneladas y con un equipo integrado por bomberos, rescatistas, médicos y personal sanitario.

Este dispositivo es posible gracias a la conjunción de esfuerzos de Cáritas con empresas y corporaciones que han ofrecido sus medios y su personal con el fin de agilizar la entrega de ayuda a las víctimas.

Más de 200 voluntarios, están colaborando con Cáritas en los puntos de acopio, almacenamiento, clasificación y en las zonas afectadas para canalizar de forma ágil la solidaridad de miles de peruanos que se han dirigido a la institución para realizar sus donaciones.

«Particulares, empresas, bancos, grandes corporaciones, cadenas de supermercados, medios de comunicación cada uno ofrece lo que puede ropa y alimentos o medios de transporte y almacenes como puntos de acopio en todo el país», explica Cáritas.

Las Cáritas diocesanas de Perú han puesto en marcha campañas de solidaridad también diferentes Cáritas de los diferentes continentes han abierto campañas de emergencia para recaudar fondos destinados a la ayuda humanitaria inmediata y a la posterior rehabilitación y reconstrucción.

Benedicto XVI envía ayuda y al cardenal Bertone a Perú

Benedicto XVI envía ayuda y al cardenal Bertone a Perú
«La Iglesia está con vosotros»

CASTEL GANDOLFO, domingo, 19 agosto 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha anunciado este domingo que enviará ayuda y al cardenal Tarciso Bertone, su Secretario de Estado, para transmitir su cercanía a las víctimas del terremoto que ha golpeado Perú.

En su saludo a miles de peregrinos reunidos en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo con motivo del Ángelus, el Santo Padre quiso garantizar a todos los damnificados que «la Iglesia está con vosotros».

«En estos días, nuestro pensamiento y nuestra oración se dirigen constantemente a las poblaciones de Perú, golpeadas por un terremoto devastador», comenzó diciendo.

«Invoco para los numerosos difuntos la paz del Señor, para los heridos la pronta curación, y para quienes se encuentran en condiciones difíciles les aseguro: la Iglesia está con vosotros, con toda su solidaridad espiritual y material», añadió.

«Mi secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, que desde hace tiempo tenía programada una visita a Perú, en los próximos días testimoniará personalmente mis sentimientos y llevará la ayuda concreta de la Santa Sede», explicó el obispo de Roma.

Hablando después en español, el Papa dijo después: «Con constante preocupación y gran afecto me siento muy cercano a tantos hermanos y hermanas tan duramente probados».

«Encomiendo al Señor a las numerosas víctimas y heridos, así como a los que han perdido su vivienda y sus bienes», aseguró.

«Que la intercesión de la Virgen María despierte en todos sentimientos de caridad y solidaridad fraterna que permitan aliviar su difícil situación. A todos os imparto de corazón mi Bendición Apostólica», concluyó.

Los fallecidos por el violento terremoto que asoló el miércoles la costa de Perú son, hasta el momento, 496 y los heridos 1.042, según cifras oficiales del Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI).

Datos extraoficiales de los bomberos señalan que son 510 los fallecidos, 1.500 heridos y unos 80.000 damnificados.

La paz de Cristo, «lucha contra el mal», explica el Papa

La paz de Cristo, «lucha contra el mal», explica el Papa

Ser «instrumentos de su paz» quiere decir «vencer al mal con el bien»


CASTEL GANDOLFO, domingo, 19 agosto 2007 (ZENIT.org).- La paz de Cristo no es «ausencia de conflictos» sino «lucha contra el mal», ha explicado este domingo Benedicto XVI.

Por este motivo, aclaró a los peregrinos reunidos en la residencia pontificia de Castel Gandolfo para rezar el Ángelus, ser «instrumentos de su paz», quiere decir «vencer al mal con el bien».

Comentando la pregunta y respuesta de Jesús en el pasaje evangélico de la liturgia del domingo --«¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división»--, el Santo Padre aclaró que esta expresión «significa que la paz que Él vino a traer no es sinónimo de simple ausencia de conflictos».

«Por el contrario --añadió--, la paz de Jesús es fruto de una constante lucha contra el mal. El enfrentamiento que Jesús está decidido a afrontar no es contra hombres o poderes humanos, sino contra el enemigo de Dios y del hombre, Satanás».

«Quien quiere resistir contra este enemigo siendo fiel a Dios y al bien tiene que afrontar necesariamente incomprensiones y en ocasiones auténticas persecuciones», advirtió el Papa.

«Por ello --aseguró--, quienes quieren seguir a Jesús y comprometerse sin compromisos a favor de la verdad tienen que saber que encontrarán oposiciones y se convertirán, aunque no lo quieran, en signo de división entre las personas, e incluso dentro de sus mismas familias».

«El amor a los padres es un mandamiento sagrado, pero para ser vivido auténticamente no puede anteponerse nunca al amor de Dios y de Cristo. De este modo, siguiendo las huellas del Señor Jesús, los cristianos se convierten en “instrumentos de paz”», afirmó citando la famosa expresión de san Francisco de Asís.

«No de una paz inconsistente y aparente, sino real, perseguida con valentía y tenacidad en el compromiso cotidiano por vencer al mal con el bien y pagando el precio que esto comporta», concluyó.

Hablando después en alemán, el Papa añadió que «Cristo no busca conformistas cansados, sino testigos de la fe valiente de quien arde del fuego de su amor».