MADRID, martes 1 enero 2008 (ZENIT.org).- Más de dos millones de personas se congregaron este domingo en la plaza Colón de Madrid para expresarse a favor de «la familia cristiana», en un acto organizado por la arquidiócesis de Madrid con el apoyo de movimientos eclesiales y organizaciones de apoyo a la familia y la vida.
Benedicto XVI, antes de rezar el Ángelus desde la plaza de San Pedro del Vaticano, dirigió en español un saludo a los manifestantes, en el que alentó a dar «testimonio ante el mundo de la belleza del amor humano, del matrimonio y la familia».
«Ésta --aclaró--, fundada en la unión indisoluble entre un hombre y una mujer, constituye el ámbito privilegiado en el que la vida humana es acogida y protegida, desde su inicio hasta su fin natural».
Los presentes, bajo un mediodía de sol, pudieron seguir las palabras del obispo de Roma a través de las nueve pantallas colocadas en la plaza Colón y en calles aledañas. En el acto se evitó en todo momento toda manipulación política.
«Por eso, los padres tienen el derecho y la obligación fundamental de educar a sus hijos, en la fe y en los valores que dignifican la existencia humana --siguió diciendo el Papa--. Vale la pena trabajar por la familia y el matrimonio porque vale la pena trabajar por el ser humano, el ser más precioso creado por Dios».
Entre los manifestantes, destacaban millares de niños de todas las edades, acompañados de sus padres y abuelos, en un encuentro sin precedentes en España y que ha seguido los pasos del «Family day», convocado por la Iglesia en Italia el 12 de mayo en la plaza de San Juan de Letrán en Roma.
Se unieron al encuentro la gran mayoría de los cardenales y obispos españoles, dirigentes de los movimientos y otras organizaciones laicas, como el Foro de la Familia.
En el acto, el cardenal Antonio María Ruoco, pronunció una homilía en la que afirmó que la familia «se presenta como el problema objetivamente más grave e inquietante ante el que se encuentran las sociedades europeas y, por supuesto, la española».
El arzobispo de Madrid constató que «se relativiza radicalmente la idea del matrimonio y la familia» fomentando «desde las edades más tempranas prácticas y estilos de vida» que son «opuestos al valor del amor indisoluble entre un hombre y una mujer».
Ante estas circunstancias, el cardenal aseguró que en España «el ordenamiento jurídico ha dado marcha atrás respecto a lo que la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas» que reconocía y establecía «que la familia es el núcleo natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a ser protegida por la sociedad y el Estado».
«¡Urge la respuesta cristiana a esta pregunta crucial para nuestro futuro, el de España, el de Europa y el de toda la humanidad!», agregó.
El presidente de la Conferencia Episcopal Española y obispo de Bilbao, al ver a la multitud, afirmó que «era posible vivir la fidelidad en la familia» y que es posible trasmitir la vida gracias a la esperanza y la fe en Dios.
Aplausos acogieron sus alusiones a la «familia tradicional» que se quiere desacreditar frente a la llamada «familia moderna».
Por su parte, el cardenal Agustín García Gasco, arzobispo de Valencia, denunció a los poderes públicos que socavan y denigran a la familia en lugar de protegerla, definiendo el laicismo como un fraude que conduce a la desesperación como se ve con el aborto, la ley del divorcio express o la educación en ideologías que van en contra de la Constitución...
También el cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo y primado de España, intervino para decir que la familia es una escuela de paz, de esperanza y de seguridad por lo que, en la medida que existe la familia, España tiene futuro...
Otras intervenciones fueron las de Francisco Ayuga, de Acción Católica; Manuel Carracedo, de Renovación Carismática; un mensaje leído de Chiara Lubich, del movimiento de Focolares; Benigno Blanco, presidente del Foro de la Familia; Kiko Argüello, fundador de las Comunidades Neocatecumenales y uno de los inspiradores de la celebración; Julián Carrón, de Comunión y Liberación y Andrea Ricardi, de Comunidad de San Egidio, llegado expresamente de Roma.
El acto concluyó con la procesión de la Virgen, con los cantos de los distintos coros, así como con la liberación de centenares de globos blancos y amarillos.