domingo, 1 de marzo de 2009

El portavoz vaticano propone una cuaresma "sin máscaras"

Tiempo para volvernos a encontrar con nosotros mismos, dice el padre Lombardi


CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 1 marzo 2009 (ZENIT.org).- El portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, S.I., invita a vivir una cuaresma sin máscaras, pues constituye un período privilegiado para volvernos a encontrar con "nosotros mismos y con nuestra verdad".

El director de la Oficina de Información de la Santa Sede hace esta propuesta en el editorial de esta semana de "Octava Dies", semanario del Centro Televisivo Vaticano, del que él también es director.

El sacerdote toma prestada la expresión de las palabras espontáneas que dirigió el 26 de febrero Benedicto XVI a los párrocos de Roma, cuando les explicó che la tarea del pastor de almas es especial, porque los hombres van a él "sin máscaras" en su verdad, sin esconderse o protegerse por el papel que se tiene en la sociedad.

"E insistió en el hecho de que la fe puede ser anunciada con eficacia a los hombres y a las mujeres de hoy si pasa a través de la experiencia vivida de quien la anuncia, y si viene anunciada en su sencillez esencial, sin cargarla demasiado con consideraciones eruditas", explica el padre Lombardi.

"La Cuaresma hay que vivirla con este espíritu -añade el portavoz--. Tiempo de presentarse a Dios sin máscaras, para poner en el centro de la vida de cada uno de nosotros la relación con Él, y para simplificar nuestros comportamientos y nuestras palabras dirigiéndolas a aquello que es verdaderamente importante".

El miércoles de ceniza el Papa dijo: "Jesús está en el fondo de nuestro corazón. La relación con Él esta presente también si hablamos, y actuamos según nuestros deberes profesionales. Esta relación poco a poco se convierte también en oración explicita".

En el mensaje para la cuaresma el mismo Papa ha recordado el valor del ayuno, ha invitado a redescubrir las formas adecuadas en nuestra vida cotidiana como ejercicio de liberación del apego a nosotros mismos, para abrirnos al amor de Dios y a la caridad solidaria hacia los otros.

"Un tiempo, pues --concluye--, para encontrar el lugar adecuado de Dios y la atención a los demás con la ayuda de gestos sencillos, concretos y cotidianos: oración, ayuno y limosna. Un tiempo para volvernos a encontrarnos nosotros mismos y nuestra verdad sin máscaras ¡no perdamos esta ocasión!".

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