Visita del arzobispo Dominique Mamberti en los quince años de relaciones Iglesia-Estado
MÉXICO, viernes, 5 octubre 2007 (ZENIT.org-El Observador).- El secretario de asuntos exteriores de Benedicto XVI ha ilustrado en una visita a México que el Estado laico no es el que reprime a las religiones, sino que el garantiza la libertad religiosa de todos sus creyentes
«Cuando un Estado promueve la libertad religiosa, y simultáneamente, se mantiene al margen de imponer cualquier forma de religiosidad o de irreligiosidad en su sociedad, se constituye como auténtico Estado laico», aclara el arzobispo Dominique Mamberti.
El secretario vaticano para las Relaciones con los Estados, nacido en Marruecos, pero incardinado después como sacerdote en Francia, hizo un análisis de lo quince años de las relaciones entre el Estado mexicano y las Iglesias.
En su visita al segundo país con el mayor número de católicos del mundo, monseñor Mamberti fue recibido el 3 de octubre por el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa.
«Hace quince años se dio un parteaguas en las relaciones entre el Estado mexicano y la Santa Sede, resultado de un importante proceso de diálogo, así corno de la torna de conciencia sobre el papel central y fundante que posee la dimensión religiosa en la vida de la nación mexicana», dijo Mamberti en una intervención ante el cuerpo diplomático y representantes de la vida política, económica y religiosa de México el secretario del Vaticano para la Relaciones con los Estados.
Según sus palabras, este hecho significó, como dijeron los obispos mexicanos, el inicio de «una nueva etapa de la historia de la Iglesia en México», que abrió cauces para superar la desconfianza entre México y la Santa Sede y «tender puentes para el diálogo y la colaboración, respetando la autonomía de cada una de las instituciones implicadas».
De acuerdo con el mensaje emitido por monseñor Mamberti, «los frutos de esta colaboración han sido positivos».
«Podemos mencionar, por ejemplo, la participación de autoridades de ambas partes en conferencias y foros de discusión organizados en México o en el Vaticano, el respaldo mutuo en la discusión de ternas de interés común ante foros internacionales, la búsqueda de mayores garantías de los derechos humanos, de los derechos de los migrantes, en particular de aquellos que cruzan la frontera hacia E.U., la cooperación en la construcción de una sociedad mexicana más justa y equitativa», enumeró el purpurado.
«México se ha caracterizado por ser un país de tradiciones y convicciones religiosas», constató.
La Iglesia reconoce y promueve el derecho a la libertad religiosa y está en contra de «toda forma de discriminación de los derechos fundamentales de la persona», como señala expresamente la constitución «Gaudium et Spes», recordó monseñor Mamberti
Y más adelante señaló que «para evitar el peligro de discriminación, es oportuno realizar de forma permanente una revisión sobre las características de un Estado laico garante de todos los derechos humanos».
«Esto pasa, necesariamente por distinguir entre laicismo y laicidad del Estado, y así evitar malas interpretaciones o reduccionismos que comprometen, por ejemplo, el ejercicio de la libertad religiosa», aseguró el secretario de El Vaticano para las Relaciones con los Estados.
«En efecto, recordó, después de un período como el que caracterizó el siglo XX, plagado de gestos autoritarios e intolerantes de parte de diversos gobiernos, partidos y grupos, es necesario que todos entendamos la urgencia de reencontramos en un nuevo escenario en el que no existan fáciles reduccionismos sino que prevalezca la apertura y el respeto del derecho a la libertad de conciencia, sobre todo, en materia religiosa».
«Este respeto, como todos sabemos, no consiste en mantener una mera cordialidad intelectual entre los interlocutores, sino que radica principalmente en la afirmación positiva de que la dimensión religiosa de la existencia pueda y deba manifestarse en todo ámbito de la vida privada y pública, con el único límite del derecho de terceros», expresó monseñor Mamberti.
«Cuando un Estado promueve la libertad religiosa, y simultáneamente, se mantiene al margen de imponer cualquier forma de religiosidad o de irreligiosidad en su sociedad, se constituye como auténtico Estado laico», mencionó monseñor Mamberti en el marco de la conmemoración del XV aniversario de los cambios constitucionales que, en México, dieron paso a la reanudación de las relaciones diplomáticas entre este país y la Santa Sede.
«Para lograr esto --subrayó monseñor Mamberti-- es necesario que no sólo la Jerarquía eclesiástica, sino también los fieles laicos, las universidades católicas y de inspiración cristiana, las agrupaciones sociales formadas por católicos, los comunicadores y los políticos cristianos, participen en el debate público sobre esta cuestión social».
Finalmente, monseñor Dominique Mamberti expresó su seguridad de que se avecinan nuevos tiempos para México. «Tiempos, dijo, de inmensas oportunidades. Quiera Dios que una de esas oportunidades sea precisamente la que nos ofrezca la providencia para construir en México y en América Latina un espacio en el que todos podamos vivir la fe con libertad».
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