Explica en el encuentro con representantes de otras confesiones cristianas
SYDNEY, viernes, 18 julio 2008 (ZENIT.org).- El punto de partida del ecumenismo --el camino hacia la unidad entre los cristianos-- es el Bautismo; el de llegada, la celebración común de la Eucaristía. Así lo explicó este viernes Benedicto XVI a representantes de otras iglesias y comunidades cristianas.
En el encuentro, que se celebró en la cripta de la catedral de Santa María de Sydney, estuvieron representadas unas quince comunidades, entre ortodoxos, hijos de la Reforma, anglicanos...
Si bien el arzobispo anglicano de Sydney no pudo estar presente, envió a un representante y escribió una carta que ha sido calificada por el padre Federico Lombardi S.I., como "hermosísima", "muy cordial con el Papa y con la Jornada Mundial de la Juventud".
En su discurso, el Papa reconoció que "el movimiento ecuménico ha llegado a un punto crítico".
Tras recordar que los cristianos están viviendo el bimilenario de san Pablo, profundizó en la enseñanza del apóstol para constatar que el sacramento del Bautismo es para todos los cristianos "la puerta de entrada en la Iglesia y el 'vínculo de unidad' para cuantos han renacido gracias a él".
"Es consiguientemente el punto de partida de todo el movimiento ecuménico", afirmó. "Pero no es el destino final. El camino del ecumenismo tiende, en definitiva, a una celebración común de la Eucaristía, que Cristo ha confiado a sus apóstoles como el Sacramento por excelencia de la unidad de la Iglesia".
"Aunque hay todavía obstáculos que superar, podemos estar seguros de que un día una Eucaristía común subrayará nuestra decisión de amarnos y servirnos unos a otros a imitación de nuestro Señor".
Según el obispo de Roma, "un sincero diálogo sobre el lugar que tiene la Eucaristía --estimulado por un renovado y atento estudio de la Escritura, de los escritos patrísticos y de los documentos de los dos milenios de la historia cristiana-- favorecerá indudablemente llevar adelante el movimiento ecuménico y unificar nuestro testimonio ante del mundo".
Punto crítico
El Papa consideró que "el movimiento ecuménico ha llegado a un punto crítico" en el que "para avanzar hemos de pedir continuamente a Dios que renueve nuestras mentes con la gracia del Espíritu Santo".
"Hemos de estar en guardia contra toda tentación de considerar la doctrina como fuente de división y, por tanto, como impedimento de lo que parece ser la tarea más urgente e inmediata para mejorar el mundo en el que vivimos".
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