TEHUACÁN, miércoles, 27 febrero 2008 (ZENIT.org-El Observador).- El próximo domingo 2 de marzo se celebra en México el Día de la Familia; una jornada instituida por la iniciativa privada del país y apoyada por la Iglesia católica.
Por este motivo, el obispo de Tehuacán y encargado de la Dimensión de la Familia en la Conferencia del Episcopado Mexicano, monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, ha emitido un mensaje en el que recuerda las palabras del Papa Benedicto XVI en el sentido de que la familia «es uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos».
«Con todo y que nuestras familias tengan muchas carencias y conflictos, me uno a esta valoración de que nuestras familias constituyen uno de los tesoros más importantes de nuestros pueblos», ha escrito el obispo Aguilar Martínez.
Más adelante, en su comunicado por el Día de la Familia advierte que se trata de una ocasión muy favorable para reconocer, cuidar e incrementar ese tesoro. «Contemplemos con amor quiénes integran nuestra familia. Veamos la lista de cualidades de cada uno, sumemos la lista de valores en la atmósfera familiar», subraya en su mensaje el prelado mexicano.
«Tal vez hemos estado ciegos --como narra el Evangelio dominical, en el capítulo 9 de san Juan- y Jesús nos concede ver ese tesoro familiar que teníamos enterrado: hecho de bondad, sencillez, austeridad, abnegación, perseverancia, solidaridad, con ejemplos de ternura, sonrisa, de momentos de oración, unidos a Cristo Jesús y a la Virgen María de Guadalupe», escribe monseñor Aguilar Martínez en la parte medular de su reflexión sobre el Día de la Familia.
«Pero, como narra también el Evangelio dominical, agrega el obispo de Tehuacán, a pesar del milagro de Jesús, o precisamente por eso, habrá quienes nos quieran confundir y terminen por echarnos fuera de su círculo».
Y termina diciendo el encargado de la Familia por parte de los obispos mexicanos: «Entonces Jesús nos encuentra y nos pregunta: "¿Crees tú en el Hijo del hombre?". Y nos deja la libertad de responder, y también añade: "Yo he venido a este mundo para que se definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden ciegos"».
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