vida de San Gregorio de Niza durante la Audiencia General del día miércoles, el Papa Benedicto XVI señaló que la plena realización del hombre consiste en la santidad, en una vida vivida en amistad con Dios.
.- Al abordar laEl Pontífice señaló que luego de hablar anteriormente de dos grandes doctores de la Iglesia del siglo IV, Basilio y Gregorio Nacianceno, dedica esta catequesis al hermano de San Basilio, Gregorio de Niza, “un hombre de carácter meditativo, con gran capacidad de reflexión y de una vivaz inteligencia” que nació alrededor de 335.
Tras relatar los largos estudios del santo bajo el auspicio de su hermano Basilio, el Santo Padre recordó que Gregorio fue nombrado Obispo de Niza, desde donde combatió, como sus coetáneos, las herejías del momento.
“Como ‘columna de la ortodoxia’, fue un protagonista del Concilio de Constantinopla del 381, que definió la divinidad del Espíritu Santo”, explicó el Papa.
“Gregorio expresa con claridad la finalidad de sus estudios, el fin supremo al que mira en su labor de teólogo: no emplear la vida en cosas vanas, sino encontrar la luz que permita discernir aquello que es verdaderamente útil. Encontró este bien supremo en el cristianismo, gracias al cual es posible ‘la imitación de la naturaleza divina’”.
Benedicto XVI destacó además que Gregorio de Niza “comentó la Sagrada Escritura, deteniéndose en la creación del hombre. Esto era para él el tema central: la creación. Él veía en la creatura el reflejo del Creador y encontraba en ella el camino hacia Dios”.
Gregorio escribió también un libro sobre Moisés “a quien presenta como hombre en camino hacia Dios: este ascenso al Monte Sinaí se convierte para él en una imagen de nuestro ascenso en la vida humana hacia la verdadera vida, hacia el encuentro con Dios”, explicó el Papa.
El Santo Padre señaló que toda la teología de Gregorio de Niza “no era una reflexión académica, sino expresión de una vida espiritual, de una vida de fe vivida.... Comentando la creación del hombre, Gregorio pone en evidencia que Dios, ‘el mejor de los artistas, forja nuestra naturaleza de manera de hacerla para el ejercicio de la realiza. A través de la superioridad establecida del alma, y por medio de la misma conformación del cuerpo, Él dispone las cosas de modo que el hombre sea realmente idóneo para el poder real’”.
Y el Papa sugiere: “meditemos este elogio del hombre. Veamos también cómo el hombre es degradado por el pecado. Y busquemos retornar a la grandeza original: solo si Dios está presente, el hombre alcanza su verdadera grandeza”.
“Por tanto –prosiguió– lavar las fealdades que se han depositado en nuestro corazón es reencontrar en nosotros mismos la luz de Dios”.
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