jueves, 6 de septiembre de 2007

La Iglesia al anunciar la fe no quiere imponerse, aclara el Papa

Al recibir a los obispo de la Conferencia Episcopal de Laos y Camboya


CASTEL GANDOLFO, jueves, 6 septiembre 2007 (ZENIT.org).- La Iglesia al anunciar la fe no quiere imponerse, explicó Benedicto XVI este jueves al recibir en audiencia a los obispos de la Conferencia Episcopal de Laos y Camboya.

En el encuentro, con motivo de la quinquenal visita «ad limina apostolorum» al Papa y a sus colaboradores, el Santo Padre afrontó «el anuncio de la fe cristiana en una cultura particular».

Arraigada desde hace más de 400 años, la Iglesia en Camboya vivió un periodo dramático entre los años setenta y ochenta del siglo pasado: el régimen de Pol Pot trató de eliminarla, destruyendo lugares de culto.

La libertad religiosa fue reconocida en 1992. En el país de 13 millones de habitantes, 23 mil son católicos, particularmente comprometidos en obras de educación y sociales.

«La fe cristiana no es una realidad extraña a vuestros pueblos --dijo el Papa a los obispos asiáticos--. Jesús es la Buena Nueva para los hombres y mujeres de todo tiempo y lugar que buscan el sentido de la existencia y la verdad de su humanidad».

«Y anunciándolo a todos los pueblos --añadió--, la Iglesia no quiere imponerse, sino que da testimonio de su estima por el ser humano y por la sociedad donde vive».

«En el contexto social y religioso de vuestra región es sumamente importante que los católicos manifiesten su propia identidad, respetando siempre las otras tradiciones religiosas y las culturas de los pueblos».

«Esta identidad --subrayó-- debe expresarse ante todo a través de una experiencia espiritual auténtica, que se basa en la acogida de la Palabra de Dios y en los sacramentos de la Iglesia».

Entre las prioridades para los obispos de Camboya y Laos, el Papa planteó «la formación de los fieles, sobre todo la de los religiosos y catequistas», pues «su papel para la vitalidad de las comunidades cristianas es de gran importancia».

De esta manera, constató, con «una sólida fe cristiana pueden entablar un diálogo auténtico con los miembros de otras religiones para cooperar en la construcción de vuestros países y promover el bien común».

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