CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 4 noviembre 2007 (ZENIT.org).- Con la apertura total de nuestro corazón, Jesús puede transformar y purificar nuestra vida, anima Benedicto XVI.
Cincuenta mil fieles y peregrinos acudieron a rezar el Ángelus al Vaticano, en la Plaza de San Pedro, con el Papa, quien profundizó en la enseñanza del Evangelio de este domingo, sobre el encuentro de Jesús con Zaqueo.
Y recordó que éste, aún rico, estaba considerado públicamente como pecador y era despreciado por todos. Pero Zaqueo tuvo gran deseo de ver a Jesús en Jericó.
El Señor «se dirigió a él llamándole por su nombre: “Zaqueo, baja pronto; porque hoy debo quedarme en tu casa”. ¡Qué mensaje en esta sencilla frase!», reconoció Benedicto XVI.
«Jesús llama por su nombre a un hombre despreciado de todos», y «hoy», precisamente éste, «es para él el momento de la salvación» --desgranó--; y es que «el Padre, rico de misericordia, quiere que Jesús vaya a “buscar y salvar lo que estaba perdido”».
«La gracia de aquel encuentro imprevisible fue tal que cambió completamente la vida de Zaqueo», subrayó el Papa.
Nos hallamos ante una página del Evangelio que nuevamente «nos dice que el amor, partiendo del corazón de Dios y actuando a través del corazón del hombre, es la fuerza que renueva el mundo», constató.
Al saludar a los peregrinos presentes en lengua española, Benedicto XVI insistió en que el encuentro de Zaqueo «con el Señor transforma y purifica su vida pasada».
«Igual quiere hacer Él con nosotros cuando le abrimos totalmente nuestro corazón», concluyó.
Cincuenta mil fieles y peregrinos acudieron a rezar el Ángelus al Vaticano, en la Plaza de San Pedro, con el Papa, quien profundizó en la enseñanza del Evangelio de este domingo, sobre el encuentro de Jesús con Zaqueo.
Y recordó que éste, aún rico, estaba considerado públicamente como pecador y era despreciado por todos. Pero Zaqueo tuvo gran deseo de ver a Jesús en Jericó.
El Señor «se dirigió a él llamándole por su nombre: “Zaqueo, baja pronto; porque hoy debo quedarme en tu casa”. ¡Qué mensaje en esta sencilla frase!», reconoció Benedicto XVI.
«Jesús llama por su nombre a un hombre despreciado de todos», y «hoy», precisamente éste, «es para él el momento de la salvación» --desgranó--; y es que «el Padre, rico de misericordia, quiere que Jesús vaya a “buscar y salvar lo que estaba perdido”».
«La gracia de aquel encuentro imprevisible fue tal que cambió completamente la vida de Zaqueo», subrayó el Papa.
Nos hallamos ante una página del Evangelio que nuevamente «nos dice que el amor, partiendo del corazón de Dios y actuando a través del corazón del hombre, es la fuerza que renueva el mundo», constató.
Al saludar a los peregrinos presentes en lengua española, Benedicto XVI insistió en que el encuentro de Zaqueo «con el Señor transforma y purifica su vida pasada».
«Igual quiere hacer Él con nosotros cuando le abrimos totalmente nuestro corazón», concluyó.
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