En su mensaje a la XII Sesión Pública de las Academias Pontificias
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 8 noviembre 2007 (ZENIT.org).- El testimonio coherente de los creyentes permite comprender el amor de Dios a cada persona, por lo que urge mostrar el ejemplo de los mártires cristianos, advierte el Papa.
Entre aplausos se acogieron en la mañana de este jueves, en el Aula vaticana del Sínodo, estas palabras de Benedicto XVI, a las que dio lectura el sustituto de la Secretaría de Estado, el arzobispo Fernando Filoni, en la XII Sesión Pública de las Pontificias Academias.
Por primera vez presidió este acto el arzobispo Gianfranco Ravasi como presidente del Pontificio Consejo de la Cultura y también del Consejo de Coordinación entre Academias Pontificias, organismo que instituyó Juan Pablo II.
«Promover, tanto en la Iglesia como en el mundo profano, una cultura digna de la existencia humana, fecundada por la fe, capaz de proponer la belleza de la vida cristiana y de responder adecuadamente a los retos cada vez más numerosos del actual contexto cultural y religioso»: es el objetivo que deben seguir estas Academias, indica Benedicto XVI en su mensaje.
Para lograrlo, es ocasión la sesión pública, cuya XII edición se ha centrado en el tema «"Testigos de su amor". El amor de Dios manifestado por los mártires y por las obras de la Iglesia».
Parte de la exhortación apostólica «Sacramentum caritatis», «en la que he querido subrayar una vez más el nexo fundamental entre la celebración de los divinos Misterios y el testimonio de vida, entre la experiencia de encuentro con el Misterio de Dios, fuente de estupor y de gozo interior, y el dinamismo de un renovado compromiso que nos lleva a ser, precisamente, "testigos de su amor"», expresa el Santo Padre.
Jesús mismo es el testigo «fiel y veraz» enviado por el Padre al mundo «para dar testimonio de la verdad», recalca.
Teniendo esto presente, «debemos convencernos -exhorta Benedicto XVI-- de que es precisamente el testimonio coherente y convencido de los creyentes el medio con el que la verdad del amor de Dios llega al hombre en la historia, invitándole a acoger libremente esta novedad radical».
Por eso --advierte-- «es más necesario que nunca volver a proponer el ejemplo de los mártires cristianos, tanto de la antigüedad como de nuestros días», pues en su vida y en su testimonio, que llega a la «efusión de sangre, se manifiesta de manera suprema el amor de Dios».
«Extraordinario testimonio de lo que puede hacer el amor de Dios, cuando es acogido en el corazón del hombre», son también las obras de caridad que florecieron y continúan haciéndolo en los veinte siglos de historia de la Iglesia de manos de «muchísimos creyentes, pastores o fieles», «impulsados por el fuego interior del amor de Cristo», añadió.
Tales obras --dice el mensaje papal-- manifiestan concretamente «el estrecho e indisoluble vínculo entre amor a Dios y amor al prójimo».
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