jueves, 8 de noviembre de 2007

El Papa pide iluminar problemas contemporáneos a la luz de los Padres de la Iglesia

XVI Centenario de San Juan Crisóstomo
El Papa pide iluminar problemas contemporáneos a la luz de los Padres de la Iglesia
En Carta por XVI Centenario de la muerte de la “luminosa figura” del “Boca de Oro”


.- En una carta hecha pública hoy con ocasión de XVI Centenario de la muerte de San Juan Crisóstomo, el Papa Benedicto XVI destaca que el “Boca de Oro” siempre ha sido “fuente viva de sabiduría en la Iglesia” y exhorta a los teólogos a tener cada vez más a los Padres de la Iglesia como “un punto firme de referencia” y “recuperar el patrimonio esencial de los santos Padres” para iluminar los problemas de nuestro tiempo.

La misiva, en la que el Santo Padre subraya su "luminosa figura" y la propone a la Iglesia universal "para la edificación común", está fechada el 10 de agosto y fue leída esta mañana en la apertura del Congreso Internacional sobre San Juan Crisóstomo, que se celebra en el Instituto Patrístico Augustinianum de Roma del 8 al 10 de noviembre de 2007.

"Que los Padres de la Iglesia sean cada vez más un punto firme de referencia para todos los teólogos de la Iglesia" y que éstos se comprometan "en recuperar el patrimonio esencial de los santos Padres. El resultado será un enriquecimiento precioso para su reflexión, también sobre los problemas de nuestros tiempos", señala el Santo Padre tras destacar diversos aspectos de la vida y pensamiento del santo obispo y doctor de la Iglesia.

Respecto a San Juan Crisóstomo, el Papa señala que “los romanos pontífices siempre han reconocido en él una viva fuente de sabiduría para la Iglesia y su atención por su magisterio se ha aguzado a lo largo del último siglo".

Benedicto XVI recuerda que nació en Antioquía de Siria en la mitad del siglo IV y que desde los primeros años de su servicio ministerial “Juan se distinguió por su capacidad para interpretar las Sagradas Escrituras de modo comprensible para los fieles". Además, continúa, se esforzó "por reforzar la unidad de la Iglesia en un momento histórico en el que estaba amenazada desde dentro y desde fuera”.

Posteriormente, en el 398, Juan fue consagrado Obispo de Constantinopla. Durante su ministerio, escribe el Pontífice, especialmente "se ocupó de la reforma del clero” y "fue incansable al denunciar el contraste que existía en la ciudad entre el derroche extravagante de los ricos y la indigencia de los pobres, y al mismo tiempo, en sugerir a los ricos que acogieran en sus casas a las personas que no tenían hogar".

"Es digno de especial mención –prosigue– el extraordinario esfuerzo por promover la reconciliación y la plena comunión entre los cristianos de Oriente y de Occidente. En particular, fue decisivo su contribución para poner fin al cisma que separaba la sede de Antioquía de la de Roma y de las otras iglesias occidentales".

Al poner de relieve que defendió ejemplarmente “la unidad de la Iglesia difundida en el mundo”, el Papa explica que para el santo “la unidad eclesial que se realiza en Cristo es testimoniada de modo peculiar en la Eucaristía".

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