viernes, 21 de diciembre de 2007

El Papa y Sarkozy destacan la importancia de la religión en el mundo

Primera visita del presidente francés al Vaticano


CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 20 diciembre 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI y Nicolas Sarkozy, en su primer encuentro desde la llegada de este último a la presidencia de la República de Francia, subrayaron la importancia de la religión en el mundo contemporáneo.

La audiencia privada, de media hora de duración, sirvió para repasar las relaciones Iglesia y Estado, así como algunas de las cuestiones más candentes del panorama internacional.

Tras el encuentro con el Papa, que tuvo lugar en su biblioteca privada, el presidente se reunió con el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, que estaba acompañado por el arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados.

Una nota emitida por la Oficina de Información de la Santa Sede revela que «los cordiales coloquios han permitido pasar revista a algunos temas de interés común concernientes a la actual situación del país, evocando las buenas relaciones existentes entre la Iglesia católica y la República francesa, además del papel de las religiones, en especial de la Iglesia católica, en el mundo».

«Se ha dedicado una atención particular a la situación internacional, con referencia al futuro de Europa, a los conflictos en Oriente Medio, a los problemas sociales y políticos de algunos países africanos y al drama de las personas secuestradas», añade la nota.

Al saludar al Papa, Sarkozy reconoció. «Santidad, habla verdaderamente un óptimo francés». Al despedirse ambos se felicitaron por la Navidad y el Año Nuevo.

El jefe del Eliseo regaló al Papa tres libros, entre ellos, una edición antigua de la obra «La alegría» («La joie») y una copia de su libro-entrevistan «La República, las religiones, la esperanza» («La République, les religions, l'espérance»).

El Papa le entregó una medalla del pontificado.

Antes de dejar el Vaticano, Sarkozy bajó a las grutas que se encuentran debajo de la Basílica de San Pedro del Vaticano para rezar ante la tumba de Juan Pablo II.

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