viernes, 7 de marzo de 2008

La confesión permite experimentar la ternura del amor de Dios, dice el Papa

Reflexiona sobre las causas del sentido del pecado y de la falta de acercamiento al sacramento


CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 7 marzo 2008 (ZENIT.org).- Ante la pérdida del sentido del pecado, es importante que quien acude a recibir el sacramento de la confesión experimente la ternura del amor de Dios, considera Benedicto XVI.

Lo constató al recibir este viernes a los participantes en el curso anual sobre el fuero interno (cuestiones de conciencia) organizado por la Penitenciaría Apostólica (www.penitenzieria.va), tribunal de la Santa Sede cuya competencia se extiende a lo que concierne precisamente al fuero interno y a las indulgencias.

En su intervención el Papa alentó a contemplar «la realidad del pecado a la luz de la infinita misericordia de Dios, que el sacramento de la penitencia muestra en su forma más elevada».

Sin embargo, añadió, en nuestra época, «por desgracia se va perdiendo cada vez más el sentido del pecado».

Por este motivo consideró que «hoy es necesario hacer experimentar a quien se confiesa esa ternura divina por los pecadores arrepentidos que tantos pasajes evangélicos muestran con tonos de intensa conmoción».

Recordando el ejemplo de la pecadora perdonada en el Evangelio, el Papa afirmó: «a quien mucho ama, Dios todo le perdona».

«Quien confía en sí mismo y en sus propios méritos queda como cegado por su yo y su corazón se endurece en el pecado. Por el contrario, quien reconoce que es débil y pecador se encomienda a Dios y de Él alcanza la gracia y el perdón».

«Este es precisamente el mensaje que hay que transmitir --añadió--: lo que más cuenta es dar a entender que en el sacramento de la Reconciliación cualquier pecado que se ha cometido, si se reconoce con humildad y se acerca con confianza al sacerdote confesor, se experimenta siempre la alegría pacificadora del perdón de Dios».

Reconociendo que hoy se constata una cierta indiferencia ante el sacramento de la Reconciliación, alertó: «cuando sólo se insiste en la acusación de los pecados, que ciertamente tiene que darse y hay que ayudar a los fieles a que comprendan su importancia, se corre el peligro de relegar a un segundo plano lo que es fundamental, es decir, el encuentro personal con Dios, Padre de bondad y de misericordia».

«En el corazón de la celebración sacramental no está el pecado, sino la misericordia de Dios, que es infinitamente más grande que todas nuestras culpas», recordó.

El Papa pidió a los confesores «resaltar el íntimo lazo que se da entre el sacramento de la Reconciliación y una vida orientada totalmente a la conversión»

«Es necesario que entre la práctica del sacramento de la Confesión y una vida orientada a seguir sinceramente a Cristo se establezca una especie de "círculo virtuoso" inexorable, en el que la gracia del sacramento sostenga y alimente el compromiso de ser discípulos fieles del Señor».

El penitenciario mayor, en estos momentos, es el cardenal estadounidense James Francis Stafford. Según la constitución apostólica «Pastor Bonus», la Penitenciaría Apostólica «concede las absoluciones, dispensas, conmutaciones, sanciones, condonaciones y otras gracias» relativas al fuero interno, ligado o no a los sacramentos.

Provee a que en las basílicas papales de Roma haya un número suficiente de penitenciarios, dotados de las oportunas facultades.

Al mismo dicasterio vaticano le está encomendado lo que concierne a la concesión y el uso de las indulgencias, salvo el derecho de la Congregación de la Doctrina de la Fe para examinar todo lo referente a la doctrina dogmática sobre ellas.

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