Papa Benedicto XVI destacó que el ejemplo del Santo Obispo francés, Martín de Tours, nos recuerda que “es posible responder al gran desafío de nuestro tiempo: construir un mundo de paz y justicia en el que cada hombre pueda vivir con dignidad”.
.- Al rezar hoy en Ángelus ante los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro, elAl iniciar su habitual meditación, el Santo Padre indicó que “la Iglesia recuerda hoy, 11 de noviembre a San Martín, Obispo de Tours, uno de los santos más célebres y venerados de Europa. Nacido de padres paganos en Pannonia, la actual Hungría, alrededor del 316, fue alentado por su padre a seguir la carrera militar. Todavía adolescente, Martín encontró el cristianismo y, superando muchas dificultades, se inscribió entre los catecúmenos para recibir el Bautismo”.
“Recibió el sacramento hacia los 20 años pero todavía debía permanecer en el ejército, en donde dio testimonio de su nuevo género de vida, respetuoso y comprensivo con todos, trataba a su sirviente como a un hermano y evitaba las diversiones vulgares”, destacó el Papa”.
Tras relatar que luego se dirigió a Poitiers, en donde el Santo Obispo Ilario lo ordenó diácono primero y sacerdote después, el Pontífice recordó que San Martín eligió “la vida monástica, dando así origen con algunos discípulos, al más antiguo monasterio conocido en Europa, ubicado en Ligugé”.
Unos diez años más tarde, explicó el Papa, “los cristianos de Tours, que se habían quedado sin pastor, lo aclamaron como su Obispo. Desde entonces Martín se dedicó con ardiente celo a la evangelización y la formación del clero”.
Benedicto XVI destacó luego que “San Martín es famoso sobre todo por un acto de caridad fraterna. Todavía como joven soldado se encontró en la calle con un pobre que temblaba de frío. Tomó su propio manto y lo cortó en dos con una espada, dándole una de las dos partes a ese hombre. Durante la noche se le aparece en sueños Jesús, sonriente, envuelto en el mismo manto”.
“Queridos hermanos y hermanas, el gesto caritativo de San Martín se inscribe en la misma lógica que lleva a Jesús a multiplicar sus panes para la multitud hambrienta, pero sobre todo a dejarse a sí mismo como alimento para la humanidad en la Eucaristía, signo supremo del amor de Dios, Sacramentum caritatis”, señaló el Pontífice.
“Es la lógica del compartir, con la que se expresa de modo auténtico el amor por el prójimo. San Martín nos ayuda a comprender que sobre todo con el común esfuerzo por el compartir, es posible responder al gran desafío de nuestro tiempo: construir un mundo de paz y justicia en el que cada hombre pueda vivir con dignidad”, precisó.
El Santo Padre remarcó luego que esto solo será posible “si prevalece un modelo mundial de auténtica solidaridad, de tal modo que asegure a todos los habitantes del planeta el alimento, el agua, la cura medicina necesaria, el trabajo y los recursos energéticos, así como también los bienes culturales, el saber científico y tecnológico”.
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