lunes, 26 de noviembre de 2007

Desafíos de la Iglesia en México, según su nuevo cardenal

Entrevista con el arzobispo de Monterrey, Francisco Robles Ortega


ROMA, domingo, 25 noviembre 2007 (ZENIT.org-El Observador).- Entre los 23 nuevos cardenales con los que cuenta la Iglesia desde este sábado, se encuentra el arzobispo de Monterrey, Francisco Robles Ortega, quien en esta entrevista concedida a ZENIT-El Observador hace algunas confidencias y analiza los desafíos de la Iglesia en México.

--¿Qué significado tiene para usted el color púrpura de los cardenales?

--Cardenal Robles Ortega: Bueno, el significado es muy fuerte, es muy profundo; significa para mí la entera disponibilidad que debo tener incluso para derramar mi sangre, si fuera el caso, por la fe de Jesucristo, por su Iglesia, en estrecha comunión con el Papa, sucesor de Pedro, y con mis hermanos obispos. Entonces, no deja de ser un compromiso muy fuerte, pero soy consciente, en mi pobreza, en mi humildad, de que si el Señor me lo da estoy seguro que contaré con la Gracia para ser generoso.

--¿Cuales son los desafíos de la Iglesia en México?

--Cardenal Robles Ortega: Yo creo que los desafíos son los que tiene la Iglesia en todo el mundo. Estamos viviendo un cambio de época que afecta a todas las personas, hombres y mujeres, que afecta las instituciones, que afecta en una manera muy especial a la familia y afecta a la identidad cristiana. Yo creo que el desafío es cómo entender al hombre de hoy, y cómo hacer que asuma el mensaje del Evangelio y conforme su vida con este mensaje, en esta nueva situación que estamos viviendo.

Junto con este reto, también un desafío muy grande es el seguir promoviendo las vocaciones a la vida consagrada y al sacerdocio ministerial. Gracias a Dios, los laicos sí están respondiendo, pero hace falta que promovamos más la vocación sacerdotal.

--¿Qué ofrecen los emigrantes mexicanos a Estados Unidos y a su Iglesia?

--Cardenal Robles Ortega. Yo creo que el aporte que hacen los migrantes, en primer lugar, es la fuerza laboral. Ellos van con el ánimo de trabajar, de poner todo su esfuerzo, todo su potencial humano en el desarrollo de un trabajo honesto, digno, para ganarse la vida de ellos y sus familias.

En el plano religioso, yo creo que el aporte también es muy importante. Muchos de los migrantes llevan grandes valores cristianos, de mucha religiosidad y de mucha participación en la Iglesia; de manera que en una sociedad fuertemente marcada por el secularismo y por el consumismo, creo que el testimonio de vida cristiana, si es apoyado y bien encauzado, también es un gran aporte a esta sociedad.

--México ha sido en el siglo XX tierra de mártires, ¿cómo ha afectado a su vocación esta experiencia vivida por la Iglesia en su país?

--Cardenal Robles Ortega: La experiencia del martirio en muchos sacerdotes y en muchos laicos en mi Patria yo pienso que influye o toca mi vocación de manera muy especial. Soy precisamente de un pueblo que goza de uno de los mártires, canonizado recientemente por el papa Juan Pablo II, San José María Robles Hurtado; es mi paisano, es un testimonio grande. El testimonio del martirio estimula la vida cristiana y estimula en mí la respuesta a la vocación sacerdotal.

--México es el segundo país del mundo en número de católicos. ¿Qué puede hacer por la evangelización de las tierras de misión?

--Cardenal Robles Ortega: Yo creo que México tiene un potencial y compromiso muy grande en tierras de misión. Hemos sido bendecidos con una larga tradición cristiana que, no obstante, requiere profundizarse y requiere de mayor formación. México debe proyectarse en el mundo no cristiano con mayor número de misioneros, consagrados, laicos y también con recursos económicos. México, ya de hecho, tiene presencia en muchos países de misión. Yo creo que esta tradición no debe perderse, sino que debe incrementarse.

--¿Cómo explica la particular cercanía que existe entre la Iglesia de México y el Papa? Primero con Juan Pablo II y ahora con Benedicto XVI, quien, posiblemente, visitará México en 2009?

--Cardenal Robles Ortega: Yo creo que esto es un don. Yo estoy convencido de que el Espíritu Santo suscita en la conciencia de los fieles católicos el ministerio que desempeña el Papa. La cercanía física, la presencia física de Juan Pablo II detonó esto que ya existe en el corazón de los mexicanos. Una especial predilección, amor, respeto a la figura del Papa. Estoy seguro de que, si nos viéramos bendecidos en un corto futuro con la presencia del papa Benedicto, él experimentará, al igual que nosotros, que en él está presente Cristo y que él sigue siendo el principio y el fundamento de la comunión y de la unidad de todos los creyentes. El Papa es muy querido y venerado en nuestra patria.

Por Mercedes de la Torre

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